Era una tarde (6:00pm) oscura, pero no muy fría. Costa Rica se caracterizaba por ser de clima húmedo y cálido, pero ese día en especial estaba marcado por algo mas que el clima.
-¡Es delicioso pasar juntos el domingo!- dijo Yohanna.
-Sí, es cierto-dijo Andrea, disfrutando de la tarde- pero me urge entrar al baño....
- Si no fuera por esos detalles la tarde sería perfecta- mencionó el padre de Andrea y Yohanna.
Todos estaban cómodamente sentados en la sala viendo un programa de televisión (excepto de Andrea, que pasaba ya sus cinco minutos en la sala de "purificación").
La casa donde habitaba la familia Jaramillo Hernández era extraña. Era una casa grande, blanca, con unas insignificantes ventanas, tenía un parqueadero bastante grande, donde se podía estimar el cupo de 3 carros. Adentro la casa se dividía en tres apartamentos: uno , el más grande, era del dueño de la casa, un señor osco, de una apariencia baja, regordete, calvo, blanco, pero con una edad de no mas de 45 años, este había tenido altercados con los habitantes del segundo apartamento: era una Familia de extranjeros con una gata costarricense. La familia estaba constituida por Germán, el padre, un señor trabajador y responsable; Martha, la madre, la típica madrea cariñosa, incondicional e igualmente trabajadora; Andrea, la hija mayor, estudiosa y repelente; Yohanna, la hija menor, responsable y asustadiza; y por último la gata, comelona y con las mañas de una "tica"(costarricense). En el último apartamento vivía una pareja de extranjeros: la chica, enseñaba inglés a las hijas de Martha, y el chico pintaba; lo dos amables y reservados.
Esa misma tarde pasados unos 20 minutos Andrea pálida y asustada sale del baño
-¡Mami, papi; estoy segura de que alguien esta afuera!.
-¿De qué rayos estas hablando?-insinuó Yohanna.
-Estaba en el baño, simplemente....esperando-explicó Andrea-y oí algo, algo en el jardín de afuera, se escuchaba como si alguien caminara en las piedritas...
-¿Tú estás segura?-menciono la madre.
-Sí mami, yo estaba muy silenciosa, lo pude oír.
-¡Tenemos que hacer algo!-señaló el padre, mientras Yohanna sollozaba-¡Apaguen todo!- de inmediato apagaron el TV, el PC y todas las luces de la casa. En ese mismo instante todos se pusieron nerviosos y alerta.
-¡Andrea llama a la policía y explícales todo!-ordenó la madre
-¿Mami, realmente es necesario?-preguntó Yohanna.
-Es que, no hay nadie en ninguno de los otros apartamentos, y la casa del señor Conejo, esta oscura, y su puerta está entreabierta. Ninguno de sus vehículos está estacionado.
-Seguro que salieron!-sugirió la madre de manera nerviosa- Andrea ve y llamas a la policía-ordenó mientras Andrea corría hacía la única habitación del apartamento.
-Yo no veo nada, mami-dijo Yohanna mientras miraba por una ventana circular que daba hacía el garaje.
-Voy por el machete-insinuó el padre.
-Mami, hasta Almendra está alterada-dijo Yohanna.
Andrea salia de la habitación al igual que el padre con el machete en la mano.
-¡Han visto a alguien?-preguntó el padre, mientras todo estaba oscuro y susurraban informándose.
-No-señaló Yohanna.
-Andrea que dijeron cuando llamaste?-pregunto la madre.
-Que vienen para acá- respondió Andrea.
Esperaron 15 minutos aproximadamente, mientras se asomaban en la perciana de la ventana circular tratando de ver alguien, cuando llegó la policía tica, llamando por el citófono, Andrea en seguida dio el timbrazo para que pudieran pasar.
-Ustedes han llamado a la policía- dijo un uniformado
-Sí, creemos que alguien ha entrado en la casa del dueño, pues sus carros no están y la puerta está entreabierta- explicó el padre
-Y yo oí algo, mientras estaba en...en..el baño-comentó Andrea.
-Entraremos-dijo el uniformado.
Así fue, un grupo de policías entraron en la casa del señor Conejo, y otro grupo en el apartamento de los extranjeros. De repente de la casa del señor Conejo sacan una persona, tenia los ojos hinchados como si hubiera dormido largas horas, era calvo, rechoncho y blanco.
-Yo...yo..y...yo-no he ...hecho...na..na...nada-comentó el señor Conejo asustado
-¿Quién es él?-preguntó un uniformado, mientras el grupo que revisaba el apartamento de los extranjeros bajaba sin ninguna noticia.
-El dueño de la casa jeje..jaja-explico el padre
-Así que parece que fue una falsa alarma-comentó el uniformado
-Sí, eso parece-concluyó el padre mientras el uniformado soltaba al señor Conejo y este bajaba los brazos.
-Bueno... si no es mas nosotros nos retiramos-menciono el uniformado saliendo de la casa con un grupo de personas
-Si, claro-mencionó incómoda pero reteniendo la risa la madre
-Nosotros entramos, que pena la molestia-comentó el padre
Toda la familia entraba al apartamento mientras que el señor Conejo se quedaba furioso y solo.
-Ay! mami un ladrón, un ladrón- imitó Yohanna mientras todos reían del episodio
-Por lo menos alguien tubo lo que se merecía- dijo la medre- para que vea el tal Walter Conejo.
Una historia de la vida real.
Escrita por: Yohanna Jaramillo Hernandez.